Al asistir a una fiesta o evento, o a un restaurante somos atendidos por eficientes camareros extras Barcelona. Lo usual es que no les dediquemos mucha atención, más allá de saber que existen; efecto deliberado, gracias al cuidado y esmero que le dedican a su aspecto físico, personal y profesional.
La imagen que ofrecemos habla de quienes somos, nuestro nivel de educación y economía, sentido de la moda y más; así que si queremos ser tratados con la importancia que merecemos, es necesario demostrar que lo valemos. Describiendo un ejemplo práctico, ¿confiaría usted en el médico que tiene la bata manchada y una actitud poco amigable? o ¿preferiría el que viste de un prístino blanco y lo recibe sonriente?
Relevancia de un aspecto adecuado
La recomendación de no juzgar a un libro por la cubierta, es muy cierta, ya que puede contener tesoros ocultos en su interior; no obstante, en el acelerado estilo de vida moderno, no hay que subestimar el poder de una buena presentación. Esto debido a que son pocas las circunstancias en las que podemos darnos el lujo de examinar en detalle cada producto, servicio o persona.
Por otro lado, la primera impresión suele ser correcta o bastante aproximada, en la mayoría de los casos. Asimismo, en ocasiones nos salva de situaciones incómodas, desagradables o peligrosas. No es un simple deseo de calificar a los demás, sino un valioso instinto de supervivencia, residuo de cuando el mundo era más agresivo y peligroso.
Eso se extiende incluso hasta detalles que no se pueden controlar de manera sencilla e inmediata, como la forma del rostro, la calidad de la piel ni la altura; y en el momento que sonreímos, el color y disposición de nuestros dientes.
En algunos individuos aunque con apropiada higiene, la dentadura sufre de destacadas imperfecciones (fracturas, manchas, separaciones). La causa es ajena a su voluntad; sin embargo, la corrección está bajo su control, puesto que basta con ponerse en manos expertas en una clínica estética dental.
Bien presentado pasa desapercibido
Las señales que, en distintos niveles de conciencia, nos llevan a notar y desconfiar de la gente son: las ropas manchadas o rotas, el cabello o vello facial largo, sucio o desarreglado y las uñas descuidadas. Si se trata de alguien que manipula nuestros alimentos, además, que exhiba accesorios tan grandes que puedan hundirse en la comida.
Al final un camarero profesional ha de tener buena actitud y formación, porque es inútil lucir cual modelo o estrella de cine, si siempre muestra el ceño fruncido, presenta modales bruscos o su servicio no es rápido y eficiente. Concluyendo, es conocido por todos que una cálida sonrisa no cuesta nada, pero vale mucho para quien la recibe y no empobrece al que la da.